El fuego en el monte de Acebo obligó también a desalojar dos piscinas naturales y moviliza a cinco aviones, ocho helicópteros, casi todo el Infoex y la UME
El incendio declarado aye en Acebo ha obligado a evacuar a 1.400Todos los retenes de la zona de coordinación de Gata, todos los de Las Hurdes, varios de otras comarcas de Extremadura, bomberos forestales de la provincia de Salamanca, el Sepei (de la Diputación Provincial), agentes del Medio Natural de la Junta, trece medios aéreos, la Unidad Militar de Emergencias (UME), los jefes del plan Infoex, responsables de las administraciones locales, provincial y autonómica, dotaciones de la Guardia Civil, ambulancias de Cruz Roja... Todos se juntaron ayer tarde en el monte de Acebo, en el corazón de la sierra de Gata, al norte de la comunidad autónoma. Todos con una misión compartida: echar abajo el peor incendio forestal que ha sufrido la región este verano.
A la medianoche de ayer, ya sin el freno que suponen las descargas de
agua desde el aire, las llamas seguían avanzando en dirección a la
provincia de Salamanca, en concreto a la localidad de El Payo.
Hacia allí las dirigía el viento, que quiso alejar lo que durante un
tiempo, por la tarde, se barajó: desalojar Acebo (594 habitantes,
censados, muchos más en esta época del año). Al final, y gracias a eso, a
que el aire sopló en dirección contraria al pueblo, solo fue necesario
evacuar un monasterio budista que hay en la zona, algunas viviendas en
mitad del monte y La Lalita, una finca de veinte hectáreas que alberga
un centro de meditación, en el que reside gente de medio mundo que busca
un lugar en el que encontrarse con uno mismo.
Tengo cien ovejas y catorce cabras en la finca y no sé si están vivas o muertasEspacios singulares y perfiles humanos inusuales, o sea, parte de la
esencia de Gata, que destaca también por la rotundidad de su paisaje
verde, aliñado por el agua fresca que forma piscinas naturales que en
esta época del año se llenan de turistas. Dos de ellas, las de El Jevero y La Cervigona,
tuvieron que ser desalojadas poco después del mediodía de ayer. La
Guardia Civil ordenó a quienes pasaban la mañana en la zona de baños que
se fueran de allí porque así lo aconsejaba el incendio que se había
declarado solo un rato antes. Los primeros en verlo fueron dos jóvenes que iban en bicicleta. La chispa inicial saltó en una zona escondida, junto a un camino forestal cercano a esas piscinas, a un kilómetro del pueblo, aproximadamente. Visto el sitio donde todo empezó, al alcalde de Acebo, Francisco Javier Alviz, le quedaban pocas dudas del origen intencionado. Su deducción se sustentaba también en los precedentes cercanos: se trata del tercer incidente de este tipo en la zona en las últimas 48 horas (uno en el mismo término municipal y otro en la cercana Torrecilla de los Ángeles) y el quinto en los últimos días (antes los hubo en la localidad de Gata por dos veces y en Valverde del Fresno).
La proximidad de las llamas al casco urbano de Acebo movió a la Junta de Extremadura a declarar el nivel uno de peligrosidad, o sea, el procedente cuando el fuego puede afectar a bienes de carácter no forestal, como viviendas o carreteras. La actuación de tres helicópteros y varios retenes permitió a la Consejería de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio dar la situación por controlada.
Un giro radical
Pero poco después, las llamas se reactivaron y el Gobierno regional
tuvo que declarar de nuevo el nivel uno primero y después, el dos,
necesario cuando no es suficiente con los medios humanos y materiales
propios y se requieren los de otras administraciones. Hasta la zona
llegaron bomberos forestales salmantinos que trabajaron junto a los
extremeños, las BRIF (Brigada de Refuerzo en Incendios Forestales, del
Estado) de Pinofranqueado y La Iglesuela (Toledo), cuatro hidroaviones
del Ejército del Aire pilotados por el Ala 43 (con bases en Talavera la
Real y Matacán, en Salamanca) y a la UME, que desde el inicio del verano
mantiene un operativo en alerta ante posibles incendios en suelo
cacereño, que incluye la presencia de dos militares y maquinaria en el
CEFOT (Centro de Formación de Tropas) de la capital de la provincia.
Además, Cruz Roja desplazó hasta la comarca varias ambulancias y
habilitó un albergue provisional en Hoyos para que lo utilizaran las más
de doscientas personas que anoche trabajan en la extinción.
El puesto de mando avanzado -es un camión con sala para reuniones y la
última tecnología en lucha contra incendios- se colocó junto a esas
piscinas naturales desalojadas por la mañana, y la Guardia Civil cortó
los accesos a Acebo. A dos metros de los conos naranjas y el coche y la
pareja de la Benemérita que impedían el paso, un grupo de vecinos
contaba los minutos para que les dieran el permiso para pasar. «Pero
vamos a ver, que tengo allí a mis cabras y no se si están vivas o
muertas», se lamentaba frente a los agentes Fausto Franco, que no veía a
los animales desde por la mañana. «Tengo cien ovejas y catorce cabras y
no sé qué habrá sido de ellas», detallaba el hombre, acompañado entre
otros por su paisano Benigno Párraga, igualmente inquieto por su ganado.
«Yo me he hinchado a correr», contaba el hombre poco antes de las diez
de la noche de ayer.
BENIGNO PÁRRAGAGANADERO DE ACEBO
El fuego cogió una fuerza tremenda y tuve que salir corriendo, corrí un buen rato
«Vi venir el fuego y me refugié en una zona a la que sabía yo que no
iba a llegar porque se quemó el otro día, pero nada, la cosa cogió una
fuerza tremenda y tuve que salir corriendo, corrí durante un buen rato».
Dejó su quad en la parcela y se puso a salvo.Las únicas noticias les llegaron por boca del alcalde de Acebo, que paró su utilitario un momento justo allí, donde la Guardia Civil impedía al paso, e informó a unos y otros de los parajes que se habían quemado y los que de momento se habían salvado. Las certezas, para Fausto, Benigno y los demás, les llegarán hoy, cuando según cómo esté la situación, pueda acceder o no a sus fincas, en plena sierra de Gata. Parcelas rodeadas de pinares, castaños, brezos y monte bajo, por las que a la medianoche de ayer, a la hora de cerrar esta edición, el fuego seguía cambiando el verde por el negro.
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