Miles de personas han sido evacuadas como consecuencia de las lluvias torrenciales de los últimos días en el este del país
Las fuertes lluvias torrenciales que han caído en el este de Australia durante los últimos días han obligado a evacuar a 18.000 personas y han provocado que decenas de municipios queden aislados. Se trata de las peores inundaciones en los últimos 50 años, según ha anunciado el primer ministro australiano, Scott Morrison.
El estado más afectado es el de Nueva Gales del Sur, cuya capital es Sídney, la ciudad más poblada de Australia (5,3 millones de habitantes). Las autoridades han declarado esta zona bajo “desastre natural” y han emitido varias órdenes de evacuación.
Las casas, edificios y espacios públicos de esta región han quedado totalmente inundados. En algunas ciudades, los ríos se han desbordado y el nivel del agua ha subido tanto que la gente podía desplazarse en canoa por las calles.
La presa de Warragamba, la principal fuente de suministro de agua para la población de Sídney, se ha desbordado en varias ocasiones y ha afectado a las carreteras y edificios cercanos. Cerca de 150 escuelas han cancelado las clases.
Otra de las consecuencias de las inundaciones es la suspensión de la vacunación contra la covid-19, lo que retrasará aún más el control de la pandemia en el país.
La Oficina de Meteorología de Australia ha anunciado que la previsión para los próximos días es de más lluvias. Mientras tanto, los equipos de rescate siguen actuando para ayudar a la población.
Clima extremo: los efectos del cambio climático
Las fuertes precipitaciones de estos días en Australia se enmarcan dentro de La Niña, un fenómeno meteorológico que se produce cada año en el Pacífico ecuatorial y que afecta a varios países en diferentes continentes. En Australia, por ejemplo, La Niña suele provocar un aumento de las precipitaciones estivales.
Sin embargo, el cambio climático está influyendo en los fenómenos naturales, haciendo que sean más extremos. Las precipitaciones, las tormentas tropicales o los períodos de sequía han existido siempre, pero con el calentamiento global sus efectos son más intensos y pueden prolongarse más.
La Niña y El Niño son dos fenómenos climáticos que se producen en la parte ecuatorial del océano Pacífico, a lo largo del ecuador terrestre. El Niño está relacionado con el calentamiento de las aguas oceánicas, lo que provoca fuertes lluvias tropicales sobre todo en América Central, mientras que La Niña produce el efecto contrario y está relacionada con el enfriamiento del Pacífico.
Sin embargo, el cambio climático ha hecho que estos fenómenos se desajusten y sean más difíciles de predecir. En el caso de La Niña, por ejemplo, el aumento de temperaturas global ha reducido su capacidad de enfriamiento y eso repercute en el clima de muchas regiones.
La Organización Mundial de la Meteorología realiza un seguimiento de estos procesos meteorológicos para que los gobiernos puedan planificar actuaciones en ámbitos como la agricultura, la distribución de recursos hídricos o la capacidad de reaccionar frente a los desastres naturales.
No obstante, el cambio climático intensifica estos fenómenos, lo que dificulta su predicción y la capacidad de reaccionar.
Los peores incendios forestales
Las inundaciones en Australia se producen poco después de los graves incendios forestales que arrasaron el país durante el verano de 2019-2020. Al estar situado en el hemisferio sur, el verano australiano tiene lugar entre diciembre y marzo; en este caso, los fuegos empezaron en junio de 2019 y no fueron controlados hasta mayo de 2020.
El fuego arrasó más de 10 millones de hectáreas, lo que supone una quinta parte de las zonas boscosas de todo el país. Se calcula que más de 3.000 millones de animales fueron afectados por los incendios, de los cuales más de la mitad murieron: uno de los peores desastres naturales para la fauna salvaje de Australia, según la ONG ambientalista WWF.
Además, una treintena de personas perdieron la vida y miles de casas y edificios quedaron destruidos por el fuego.
Por otro lado, los incendios generaron una cantidad inmensa de emisiones de CO2. Según datos del gobierno australiano, en seis meses se liberaron unos 900 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, el doble de las emisiones anuales. Esta carga de gases de efecto invernadero podría acelerar el calentamiento global.
Los científicos aseguran que la temporada de incendios empeoró debido a los efectos del cambio climático: el aumento de las temperaturas, la falta de precipitaciones y la sequía prolongada hacen que los incendios sean más frecuentes y con peores consecuencias.