- 356 personas han resultado heridas en la ciudad de Palu
- El seísmo estuvo precedido tres horas antes por otro de 6,1 de magnitud
"Es un hito emblemático para el turismo de Palu", aseguraban las autoridades locales en sus páginas de información sobre la metrópoli sita en las Islas Célebes.
La imagen de la imponente estructura metálica retorcida y tumbada por la fuerza de la naturaleza resumía hoy los efectos devastadores de la serie de terremotos y el tsunami que golpearon a esta región ubicada al norte del archipiélago asiático.
Según informaron medios locales como Kompas, cerca de 400 personas murieron y centenares permanecen desaparecidas en Palu y la cercana villa de Donggala, una zona donde residen cerca de 600.000 habitantes.
Uno de los movimientos sísmicos alcanzó los 7,5 grados y fue seguido de olas que llegaron a medir 3 metros de altura. El suceso se produjo en torno a las 6:00 de la tarde hora local.
Las primeras cifras oficiales de víctimas hablan de 384 muertos, 540 heridos y 29 desaparecidos, pero el portavoz de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNPB), Sutopo Purwo Nugroho, asumió de inmediato que esos guarismos están destinados a aumentar de forma significativa ya que Jakarta no tiene contacto con numerosas partes de esa región, ya que la sacudida provocó un colapso de la electricidad, las comunicaciones y las conexiones telefónicas.
"Hay muchos muertos, pero no sabemos exactamente cuántos", dijo Muhammad Syaugi, un miembro de los equipos de rescate a la agencia Afp.
"Pensamos que hay decenas o cientos (de víctimas) que no han sido sacados de los escombros. El principal centro comercial de Palu se ha hundido y el hotel Rua Rua se ha derrumbado. Tenía 80 habitaciones y 76 estaban ocupadas", indicó Sutopo.
Un fotógrafo de Afp residente en la zona contó decenas de cuerpos sin vida sólo en Palu. Muchos de ellos aparecieron flotando en la costa tras ser arrastrados por el tsunami.
El epicentro del principal temblor se produjo a unos 80 kilómetros al norte de Palu, más cerca de Donggala, una pequeña aldea pesquera ubicada a unas 2 horas de carretera que quedó totalmente incomunicada con el resto del territorio.
Las imágenes difundidas por las redes sociales de ese país permiten apreciar la devastación que dejaron ambos sucesos, con carreteras reducidas a puzzles de asfalto troceado y decenas de las precarias viviendas locales -construidas muchas con maderos y láminas de aluminio- convertidas en puro despojo.
Otra foto de uno de los hospitales locales permitía ver a decenas de víctimas tendidas en colchones o sábanas alineadas en el suelo, o en camas dispuestas en la explanada de entrada del edificio, cuyos doctores y enfermeros se declararon desbordados por la catástrofe.
"Hay treinta cadáveres en el hospital. Tenemos casos que necesitan ser operados y requerimos especialistas para tratar a 12 personas y 9 que sufren traumatismo craneal", refirió Komang Adi Sujendra a la cadena Metro TV.
Un vídeo casero dejó ver como la ola del tsunami se abatía sobre una costa que ya estaba medio anegada, arrasando casas y vehículos, y generando el terror entre los residentes que veían acercarse la pared de agua desde un aparcamiento elevado. Posteriormente, la grabación mostraba el enorme caudal marino adentrándose por las calles de la ciudad medio inundada.
Según un testigo citado por Kompas, entre las personas cuyo destino se desconoce figura parte del amplio contingente de casi 250 oficiales de las fuerzas de seguridad que se habían desplazado hasta esa localidad para controlar un festival que se celebraba en una playa cercana.
"De repente se produjo el primer terremoto, seguido del pánico. Algunas personas huyeron de la playa. Después de eso vimos que el agua se abalanzaba (sobre la costa) de forma repentina y se acrecentó el pánico. Después hubo un terremoto más grande y el nivel del mar siguió aumentado", declaró un superviviente, que sólo fue identificado con el nombre de Adrián.
"La situación es caótica. Hay gente corriendo en las calles y varios edificios se han derrumbado. Hay un barco varado en la costa (arrastrado por la fuerza del oleaje)", manifestó Dwikorita Karnawati, responsable del departamento de Meteorología de Indonesia a la agencia Reuters.
Miles de personas tuvieron que dormir en las colinas circundantes ante el temor de que se reprodujeran los temblores de tierra o las acometidas del mar.
"Escapé hacia una de las elevaciones con mi esposa, mis hijos y mis nietos tras el segundo terremoto. Mucha gente huyó hacia el mismo lugar presa del pánico. Han dormido en los jardines de las viviendas (de esa zona) o en la carretera", aclaró Rolex Malaha al mismo medio local.
Rolex se encontraba en su oficina trabajando cuando sobrevino el primer temblor, que según puntualizó no fue especialmente fuerte. Acostumbrados a este tipo de sucesos, tanto el indonesio como sus compañeros continuaron con sus labores. La segunda sacudida desató la anarquía.
"Mi familia estaba a 700 metros de la oficina. Les dije que había que evacuar inmediatamente hacia zonas elevadas porque se podía producir un tsunami. Por la mañana nos enteramos que se había registrado en la costa", precisó.
Jakarta ha movilizado al ejército, que ya ha comenzado a enviar ayuda a la región, una operación que se ha visto dificultada por los daños que sufrió el propio aeropuerto de Palu, cuya pista de aterrizaje quedó inutilizada parcialmente.
Un piloto de la línea aérea Batik Air, el capitán Ricoseta Mufella, relató como despegó justo cuando se producía el temblor de tierra viendo como sacudía al aparato al rodar por el asfalto. Posteriormente, al elevarse pudo confirmar que la torre de control se había derrumbado.
Indonesia sufrió varios terremotos en julio y agosto que dejaron cerca de 500 muertos en la turística isla de Lombok, en el otro extremo de esta nación asiática.
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