Un particular midió radiaciones elevadas y comunicó el hallazgo al Seprona
Un particular especialista en Física descubrió en una cantera del municipio de Lugo concentraciones tan elevadas de uranio que denunció el asunto en el Seprona de la Guardia Civil por los riesgos para los trabajadores y posibles excursionistas. Ahora, tanto la Xunta como el Consejo Nacional de Seguridad Nuclear están al tanto de la situación y deberán decidir si cierran la zona para evitar posibles radiaciones por uranio.
El denunciante paseaba con su hijo por los alrededores de la cantera de granito de Vilachá buscando cuarzos, cuando observó entre las rocas de la cantera manchas de color verde.
Se acercó pensando que eran pintadas de un aerosol pero descubrió que
en realidad eran sales de uranio (fosfato de uranio o autunita), que
afloraban a través de las vetas y eran arrastradas por el agua. Volvió
al día siguiente con su medidor Geiger de radiación y comprobó que se
alcanzaban cantidades muy altas, que son de riesgo en caso de
exposiciones prolongadas. El aparato llegó a medir 60 cuentas de
radiación en el aire, cuando el límite normal en zonas graníticas es de
20 o 30 como máximo. Posteriormente aproximó el contador a la roca y las mediciones ya ofrecían cifras desorbitadas y peligrosas para los humanos, llegando a superar la escala del propio aparato.
Aún volvió otro día para cerciorarse de los datos y
comprobar que la cantera estaba abierta y completamente accesible para
cualquiera que pudiese acercarse como él. Aunque era fin de semana,
comprobó que había restos de actividad y máquinas manejadas por
operarios, por lo cual, preocupado, decidió denunciar el caso en el
Seprona, que trasladó el asunto a la Xunta.
Las sales de uranio, reflejadas en manchas verdosas y
que aparentemente pueden parecer simples pintadas de espray, están
entre las piedras cortadas y manipuladas de esta cantera de Vilachá de
Mera, y esto supone un riesgo mayor porque los expertos recuerdan que el polvo que desprende la piedra al ser cortada acaba en los pulmones, en la comida o en el agua y es un factor de alto riesgo para la salud.
Todo apunta a que en esta cantera de Vilachá existe una concentración muy elevada de uranio,
y el denunciante asegura que podría haber llegado a coger medio kilo de
sales de uranio (autunita) a simple vista sobre el terreno.
¿Quién regenta la cantera?
En Vilachá de Mera, en el municipio de Lugo pero casi
en el límite con Friol, hay varias canteras de granito en un radio de
unos dos kilómetros. La más grande es de la empresa Rocas Industriales
Vilachá, del grupo Indeza, pero está paralizada desde hace tiempo. Otra,
donde el particular detectó la presencia de uranio en dosis de riesgo,
todo indica que pertenece a Áridos Carballido, aunque ayer el
propietario afirmó que la suya no era realmente esa, sino otra que hay a
su lado. También aseguró que no tiene actividad, aunque hay máquinas
cortadoras de roca en la cantera y las vías interiores están
transitadas.
La Xunta tramita el caso y el Consejo Nacional de Seguridad Nuclear está a la espera
La Dirección Xeral de Enerxía e Minas, dependiente de
la Consellería de Economía, explicó ayer que está al tanto de la
denuncia y adelantó que notificará con urgencia el caso a la empresa
propietaria. Y además pedirá colaboración del Instituto Geológico de
España porque al tratarse de una cantera de granito puede que existan
también otros minerales asociados, con otros potenciales riesgos.
Por su parte, el Consejo Nacional de Seguridad
Nuclear, a través de su gabinete de prensa, indicó que están a la espera
de conocer más datos del caso, y ayer no tomaron ninguna decisión.
El uranio y las diversas formas en las que puede aparecer en la tierra se
utilizan para fabricar combustible para centrales nucleares, para
medicina, concretamente para radioterapia, y para la realización de
bombas atómicas o también para bombas sucias, es decir, quienes
no tienen medios técnicos para enriquecer el uranio lo pueden usar de
diversas formas para contaminar. Para los coleccionistas también es algo muy valioso y en algunos países como Estados Unidos se puede comerciar con él y se pagan más de 500 euros por pequeñas dosis.
En España este mercado libre está prohibido y tienen que ser empresas
autorizadas las que tengan el monopolio para su utilización. El
organismo que lo controla es el Consejo Nacional de Seguridad Nuclear,
que puede determinar, por ejemplo, que una zona con cantidades
peligrosas deba cerrarse y vallarse de manera urgente para evitar
radiaciones a la población.
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