lunes, 29 de febrero de 2016

LAS LLUVIAS RIOS CANTABROS ANEGANDO VIVIENDAS Y CARRETERAS

El Pas y el Besaya superan el nivel máximo de alerta y Villacarriedo acumula más de 117 litros de agua a lo largo del día

Las intensas lluvias que azotaron ayer toda Cantabria llevaron al límite a los principales ríos de la región, que terminaron desbordándose y provocaron inundaciones a su paso. El Pas y el Besaya superaron su altitud máxima y se mantuvieron gran parte del día en alerta roja, mientras que el Saja, el Miera y el Asón resistieron en nivel de prealerta. Los Tojos, Soba, Villacarriedo, Ramales y San Felices de Buelna fueron los cinco municipios donde más llovió de toda España, aunque para entender las crecidas que ayer anegaron viviendas, carreteras y comunicaciones ferroviarias también hay que volver la vista hacia los incendios forestales de diciembre.
 Varios agentes del Medio Natural que patrullaban ayer las cuencas del Pas, el Saja y el Besaya coincidieron en señalar a este diario que los arroyos secundarios, afluentes de los grandes ríos, bajaban con fuerza inusitada por las laderas quemadas de manera intencionada hace un par de meses, donde el fuego no dejó vegetación suficiente para escalonar los aluviones de agua. Desde que empezó a llover el miércoles, y especialmente a partir del viernes, en esas pendientes quemadas y desprotegidas se han ido acumulando argayos. Algunos de esos desprendimientos de tierras provocaron ayer problemas en carreteras y también en vías férreas.
Entre las siete de la mañana y las siete de la tarde, el 112 recibió 280 llamadas referentes al temporal, 267 de ellas alertando de accidentes y problemas causados por la lluvia, lo que obligó a intervenir en un centenar de ocasiones. Dos personas de avanzada edad tuvieron que ser evacuadas en Carandía porque se inundó su vivienda. Dos coches quedaron atrapados por el agua en Hoznayo y Barros -este último quedó prácticamente cubierto por el agua y volcado sobre un lateral, pero su conductor salió ileso-. Un argayo obligó a interrumpir el tráfico ferroviario entre Gibaja y Marrón -que se reanudó a última hora de la tarde-. Otro desprendimiento de gran envergadura cortó dos carriles del nuevo tramo de la Autovía del Cantábrico (A-8) entre Solares y Torrelavega. Y otro obligó a cerrar el tráfico de la N-634 a la altura de Ontón. Además, la nieve volvió a dejar sin acceso por carretera al municipio de Tresviso.
Las lluvias provocaron inundaciones en viviendas, garajes y locales de municipios dispares como Los Corrales de Buelna, Corvera de Toranzo, Cabuérniga, Alfoz de Lloredo, San Felices de Buelna, Ampuero, Santiurde de Toranzo y un largo etcétera. Además de las carreteras de ámbito estatal afectadas por argayos (A-8 y N-634), un buen número de carreteras autonómicas terminaron anegadas por la lluvia (la CA-274 a su paso por Polientes, la CA-652 Hoznayo-Riaño, la CA-424 Hoznayo-Villaverde de Pontones y la CA-233 a la altura de Quijano).
El reguero de incidencias provocado por los aguaceros y los desbordamientos fue atendido gracias a la intervención conjunta de bomberos del Servicio de Emergencias 112 del Gobierno de Cantabria, bomberos municipales de Santander, Torrelavega y Castro Urdiales, efectivos de Cruz Roja, agentes del Medio Natural del Gobierno de Cantabria, voluntarios de 30 Agrupaciones de Protección Civil, miembros de la Guardia Civil y personal de mantenimiento de carreteras.
Antes de que empezaran a desbordarse los ríos, el Gobierno regional ya había activado de madrugada el nivel uno del Plan Territorial de Emergencias (Platercant), lo que permitió anticiparse a las primeras inundaciones. El consejero de Presidencia y Justicia, Rafael de la Sierra, que coordinó el Platercant acudió a varias de las zonas afectadas para seguir de cerca la evolución de los ríos. Primero estuvo en la comarca del Asón y después se desplazó a la cuenca del Besaya. Precisamente allí, el alcalde de Torrelavega, José Manuel Cruz Viadero, trató de tranquilizar a los vecinos, que veían cómo el Besaya amenazaba con salirse de su cauce a la altura de Torres y aseguró que no había «ningún peligro por la crecida de los ríos», aunque el Ayuntamiento mantenía la vigilancia para intervenir en caso de que fuera necesario.
La lluvia empezó a causar problemas desde primera hora de la mañana, ayudada por el desnieve que se produjo durante la madrugada. El río que más tiempo estuvo en alerta roja fue el Pas a su paso por Puente Viesgo. El alcalde de este municipio, Rafael Lombilla (PRC) alertaba ya por la mañana de que estaba «muy, muy alto». El Pas afectó principalmente a fincas ganaderas entre Puente Viesgo y Vargas. «Estoy ahora mismo en el parque de Corrobárceno y está totalmente anegado», lamentaba el regidor, que destacaba los problemas que estaba causando la crecida en el entorno de la iglesia de Vargas, donde estaba previsto celebrar un funeral. «Contra el río Pas es difícil tomar medidas preventivas», aseguraba Lombilla. «Este río es muy caudaloso, y cuando viene la crecida no hay quien lo pare».
 Lo peor ya ha pasado
A última hora de la tarde el Gobierno regional informaba de que la situación de los ríos había empezado a «mejorar» y que el momento «más delicado», el de la pleamar de la tarde, había transcurrido sin incidentes. «La evolución en las diferentes cuencas es favorable y se está rebajando el nivel de alerta por riesgo de desbordamientos».
Al cierre de esta edición descendía ya el caudal del Besaya a su paso por el puente de Torres, y el del Pas a la altura de Carandía y de Puente Viesgo. La previsión del Gobierno era que a lo largo de la noche todos los ríos se mantuvieran, como máximo, en nivel de prealerta. El Pas era el único que seguía entonces en alerta roja. «La situación del resto está estabilizada», precisaban fuentes del Ejecutivo.

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