República Democrática del Congo se enfrenta en la provincia de
Katanga, en el sur del país, al peor brote de sarampión registrado
en los últimos años, con 300 muertos y más de 20.000 casos en lo
que va de 2015, según ha alertado la organización Médicos Sin
Fronteras (MSF).
El coordinador general de la ONG en la RDC, Jean
Guy Vataux, ha acusado al Gobierno congoleño de "entorpecer",
con sus "reticencias" para admitir la gravedad de la
epidemia, el envío de fondos por parte de la comunidad
internacional. El Ejecutivo, ha añadido "ni siquiera ha hecho
aún una declaración oficial".
"Han pasado muchos meses
hasta que Naciones Unidas finalmente anunció que haría una
aportación de 2,4 millones de dólares", ha lamentado el
responsable de MSF. En este sentido, ha asegurado que, mientras que
en junio diez distritos sufrían ya la epidemia, la cifra ahora "sea
ha duplicado".
Jean Guy Vataux ha subrayado que el dinero no
basta para responder a la crisis sanitaria y hacen falta "más
actores sobre el terreno", ya que sólo hay dos organizaciones
para atender y vacunar a los niños de Katanga. Durante los últimos
tres meses, MSF ha atendido a más de 20.000 pacientes y ha vacunado
a más de 300 niños, ha informado la ONG en un comunicado.
RIESGO
AÑADIDO
El sarampión ha llegado a unos niveles casi endémicos en una
región donde los niños también están expuestos a otras patologías
como la malaria o la desnutrición aguda. Además, la geografía de
Katanga complica el reparto de una vacuna que "requiere de una
cadena de frío constante", como ha recordado la experta Aurore
Taconet.
El coordinador de la respuesta de MSF a la epidemia,
Augustin Ngoyi, ha afirmado que la ausencia de una atención gratuita
y pública "disuade a sus madres de llevar a sus hijos enfermos
al médico" y ha lamentado que, prácticamente de froma diaria,
descubren "muertes causadas por el sarampión que no han sido
tomadas en cuenta".
"En un pueblo de 500 habitantes a
dos horas de camino de Kabalo, más de 30 niños menores de cinco
años han muerto en los últimos dos meses. Sus pequeñas tumbas son
visibles en el cementerio", ha relatado Ngoyi, quien ha
calculado que estas víctimas representaban "a un tercio de su
grupo de edad".
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