martes, 25 de julio de 2023

MUERE UN TRABAJADOR EN EL DERRUMBE DE UN EDIFICIO EN LOGROÑO - LA RIOJA

Parte del edificio en obras en la antigua residencia del colegio se derrumba, matando a un obrero e hiriendo a otros dos 

 Una unidad canina y un dron con cámaras térmicas han buscado durante horas entre los restos del edificio al hombre que ha quedado atrapado 

 El ala afectada será derribada totalmente

Desenlace triste: el trabajador atrapado bajo los escombros en la obra del antiguo colegio de Adoratrices ha aparecido finalmente muerto pasada la una y media de la tarde. Tras horas de una tensa búsqueda en la que ha habido esperanza hasta el final, los equipos de rescate han encontrado finalmente al hombre y ya han comunicado la muerte a la familia.

 Todo empezaba a primera hora de esta mañana, pasadas las nueve y media, cuando por razones aún desconocidas se derrumbaba una ala sin uso del colegio Adoratrices de Logroño, que está siendo transformada en una residencia de estudiantes. Dos trabajadores de la construcción resultaban heridos y otro atrapado. El edificio se había venido abajo «en cascada»: la tercera y última planta se desplomaba sobre las otras dos, que iban cayendo una tras otra. 

En ese momento había varios trabajadores en la obra; dos de ellos podían ser rescatados con vida inmediatamente, uno por sus propios compañeros y otro, atrapado por los escombros, por los bomberos que llegaron al lugar inmediatamente. Ambos fueron trasladados al Hospital San Pedro de la capital, y aunque uno de ellos ingresó con pronóstico reservado, no se teme por su vida. Pero una tercera persona quedaba atrapada bajo una montaña de escombros. No se conocen muchos detalles sobre su identidad, más allá de que ninguno de ellos era de nacionalidad española. 

Comenzaba ahí una búsqueda contra el reloj, con la participación de expertos en estos desastres: primero un perro de la Unidad Canina de Rescate, y con posterioridad otro de la Guardia Civil; mientras tanto, la Policía Nacional utilizaba un dron con cámaras térmicas.

Mientras, con toda la urgencia posible los bomberos logroñeses trabajaban para desescombrar el camino hacia la persona atrapada; una tarea muy complicada, porque del maltrecho edificio quedaban colgando restos del forjado de varias toneladas, lo que hacía correr un serio peligro a los propios servicios de rescate. «Hemos tenido que trabajar en una estructura muy inestable» reconocía el jefe de los bomberos logroñeses, Alfredo Bazo.

Así, derribar esos restos con maquinaria pesada fue la primera prioridad, para asegurar el trabajo de quienes iban retirando a mano los escombros bajo los que se esperaba encontrar al obrero atrapado. Iba a ser una lenta espera de horas, avisaban ya desde el principio los responsables de emergencias. 

Sin embargo no era una búsqueda sin esperanza. Los servicios de rescate encontraban «espacios de vida», es decir, zonas en las que, al avanzar los perros de rescate percibían el olor de la persona atrapada. «Esto es muy importante», señalaba a media mañana el alcalde, Conrado Escobar, presente en el lugar del derrumbe, que se agarraba a la posibilidad, aunque pequeña, de un desenlace más feliz.

Iban apareciendo pues «huecos donde cabe que hubiera podido existir vida humana». «Al levantar escombros el olor de la persona aflora, y los animales lo están localizando», señalaba Escobar. Además los rescatadores oían claramente el zumbido del móvil del trabajador. «Por eso digo que hay indicios. No que sea probable, pero existen y hay que agotar todas las posibilidades a nuestro alcance», explicaba Escobar.

Finalmente, esas esperanzas se demostraron vanas cuando el cuerpo del trabajador apareció, cerca de la una y media de la tarde. El cadáver estaba en el sótano del edificio, pero aún se desconoce si estaba allí en el momento del derrumbe o si llegó a ese nivel arrastrado por el mismo.

Durante el desescombro se pedía a los vecinos colindantes de Juan XXIII y Calvo Sotelo que desalojaran sus casas hasta al altura de un tercer piso, y también el cierre de los comercios de alrededor.

Derribo total

La investigación, explica el concejal de seguridad, Francisco Iglesias, queda ahora en manos de la Policía Científica (de la Policía Nacional) para discernir «las causas del derrumbe». En un principio se sospechaba, por el fuerte olor que inundaba la zona y que hizo acordonar las calles aledañas, que hubiera podido tratarse de una explosión de gas. Pero eso ha quedado descartado: las investigaciones apuntan ahora a un derrumbe estructural por un daño involuntario en los pilares del edificio. Sí se sabe que en los trabajos se estaba procediendo a cambiar el ascensor del inmueble.

En cualquier caso, el edificio está condenado: el derrumbe ha daño seriamente la estructura y, según ha confirmado Iglesias, «ese ala del edificio se demolerá completa».

El Ayuntamiento ya está consultando el expediente de la obra para comprobar que todas las licencias, como aparece tras un primer examen, estuvieran en orden. La investigación posterior determinará si ha habido alguna negligencia. 

Zona acordonada

Durante los trabajos quedaba acordonada y cerrada al paso de peatones toda la zona peatonal colindante de la calle Juan XXIII, desde Calvo Sotelo hasta Doctores Castroviejo, con la consiguiente expectación entre los vecinos y viandantes.

El despliegue era como para justificar esa expectación. Según explicaba Héctor Ruiz, el comisario jefe de la Policía Local, «en doce minutos había aquí entre 70 y 80 personas trabajando. Hasta seis ambulancias, coches de Policía Nacional y Local, Guardia Civil, bomberos, maquinaria pesada... Con la presencia, además del alcalde, de la delegada del Gobierno, Beatriz Arraiz. 

Las obras del edificio

El edificio vacío junto al colegio de Adoratrices se estaba reformando para abrir como residencia universitaria. El inmueble, vendido por la congregación religiosa tras ser separado del centro educativo, albergará hasta 120 habitaciones con una inversión de 3 millones.

El proyecto, que de momento es el básico, plantea la reforma del edificio, conservando la fachada actual a la que se graparían placas cerámicas, y demoliciones parciales y vaciados de interior para adecuarlo a un moderno alojamiento de estudiantes del siglo XXI, con 120 habitaciones.

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