Las víctimas, en su mayoría jóvenes de 20 años, perecieron asfixiadas o pisoteadas en un amontonamiento en un callejón en la popular zona de bares de Itaewon, en Seúl
La fiesta de la muerte acabó siendo la muerte de la fiesta. A Corea del Sur le esperaba este domingo el amanecer más trágico tras revelar la luz del día las magnitudes catastróficas de la estampida que tuvo lugar el sábado por la noche en Itaewon, una de las zonas de bares más populares de Seúl. A las nueve de la mañana, la cifra oficial de víctimas ascendía a 151 fallecidos, de los que 19 son extranjeros, y 82 heridos, la mayoría jóvenes de unos 20 años que estaban celebrando la fiesta de Halloween. Pero las autoridades temen que el número aumente porque la Policía ha recibido 350 denuncias de desapariciones y los padres de los chavales que acudieron anoche a Itaewon los buscan desesperados por los hospitales. De los fallecidos, 97 son mujeres y 54 son hombres y entre ellos hay, además de surcoreanos, jóvenes de China, Noruega, Irán y Uzbekistán.
La conmoción reina en toda Corea del Sur porque se trata de la peor tragedia desde el naufragio del barco Sewol en 2014, en el que perecieron 304 de sus pasajeros, la mayoría adolescentes de un colegio que iban de vacaciones a la turística isla de Jeju. Al igual que entonces, la fatalidad se ha vuelto a cebar con los jóvenes, que abarrotaban los bares y clubes de Itaewon en la primera celebración de Halloween después de tres años de prohibición por la pandemia del Covid-19.
Tal y como están contando en las redes sociales los supervivientes y testigos, el amontonamiento se produjo en uno de los callejones cuesta abajo cerca del famoso Hotel Hamilton, que suele ser el punto de encuentro de los jóvenes que quedan para salir por la zona. «La gente seguía empujando en el callejón cuesta abajo, provocando que muchas personas se cayeran como fichas de dominó», relata en Twitter un superviviente que escapó milagrosamente. «Pensé que yo también sería aplastado porque la gente de atrás seguía empujando sin darse cuenta de que muchas personas se habían caído al principio de la estampida», detalla la angustia que sintieron los miles de atrapados en las callejuelas de Itaewon.
«Quién pensaría que me tocaría volar mañana a Corea, pero a despedirme del amor de mi vida… y en su cumpleaños. La vida es tan injusta», escribe en español en Twitter Gabriela, acompañando su mensaje de un corazón roto. «Sin palabras para el dolor» que sufría, la joven confirmaba el fallecimiento de su novio, Choi Boseong, de 24 años, y sus amigos, tras un primer tuit en el que explicaba que estaban desaparecidos y que alguien había encontrado su chaqueta y su teléfono móvil en el suelo.
Tal y como se aprecia en los vídeos que circulan por internet, en el callejón, de solo cuatro metros de ancho, se apelotonaron miles de personas que no podían moverse ni apenas respirar, muchas de ellas ataviadas con sus siniestros disfraces de Halloween. Por falta de aire entre la multitud, muchas de las víctimas perdieron la consciencia y cayeron al suelo, siendo pisoteadas por la avalancha. «Las personas caían apiladas unas encima de otras como en una tumba. Algunas perdían gradualmente el conocimiento y otras parecían muertas en ese momento», contó un testigo a la agencia surcoreana de noticias Yonhap.
Otra superviviente, de 20 años y apellidada Park, señalaba que todo había ocurrido de repente, cuando la muchedumbre se había dirigido al fatídico callejón. «Una persona baja como yo no podía respirar. Pude sobrevivir porque estaba situada en un lado del callejón. Parece que la gente en el centro sufrió lo peor», desgranó Park.
Atrapados en la montonera
A tenor de otro superviviente citado por Yonhap, pero que prefirió no desvelar su identidad, el rescate de los atrapados en la montonera se retrasó porque los equipos de emergencia tuvieron que entrar en el callejón desde atrás, ya que las calles principales de Itaewon se hallaban abarrotadas por la celebración de Halloween.
Además, otros testigos culpan de la tragedia a los dueños de los bares y clubes cercanos, que no dejaron entrar a los atrapados en el callejón, impidiendo así que se aliviara la masa de gente que se había formado. «Parece que las víctimas son más graves porque hubo gente que intentó escapar a las tiendas cercanas, pero los echaron a la calle porque ya habían cerrado», se queja otro superviviente que también oculta su identidad.
Sea como fuera, las fotos y vídeos que circulan por internet son espeluznantes. Además de mostrar a la multitud atrapada en el callejón mientras sigue sonando la música de los bares, otras imágenes recogen los intentos de los enfermeros por reanimar a los heridos desmayados haciéndoles masajes cardiovasculares. En otros planos se pueden ver largas hileras de bolsas de cadáveres alineadas en las aceras.
La tragedia estalló pasadas las diez de la noche, cuando los teléfonos de emergencias de Seúl empezaron a recibir un aluvión de llamadas desde la zona de Itaewon alertando de la estampida y de la asfixia que sufrían quienes habían quedado en medio del amontonamiento o habían sido pisoteados por la multitud. «Su novio me telefoneó alrededor de la medianoche, llorando y diciendo que Ye-sol estaba muerta, que había estado bajo una pila de gente durante más de una hora y que él había tratado de sacarla, pero no había podido», contaba consternada a Yonhap la madre de una muchacha de 19 años, Ahn Yeon-seon, en el Hospital Universitario de Soonchunghyang, el mayor de Itaewon y adonde fueron trasladadas la mayoría de víctimas.
La tragedia de Seúl es la segunda estampida que sacude en solo un mes a Asia, el continente más poblado de la Tierra y donde los actos multitudinarios son siempre un riesgo. A principios de octubre, 127 personas perecieron en otro amontonamiento en un estadio de Indonesia cuando la Policía disparó gases lacrimógenos en su interior para controlar los disturbios protagonizados por unos hinchas furiosos por la derrota del equipo local.
Otras 36 personas murieron en una avalancha en Shanghái durante la celebración de la nochevieja de 2014, pero la peor estampida de los últimos años tuvo lugar el 22 de noviembre de 2010 en Camboya. En su capital, Phnom Penh, 347 personas perecieron y otras 755 resultaron heridas en un amontonamiento en un puente durante el Festival del Agua que celebra el fin del monzón. Al igual que en aquellas ocasiones, el desencadenante en Corea del Sur también ha sido una celebración, la de la muerte en Halloween, que ha acabado matando a la fiesta y a más de 150 personas.
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