Los vecinos viven momentos angustiosos, "al principio creí que estaba soñando"
Los vecinos de seis pueblos de Zamora se han despertado esta madrugada bajo el sonido de las sirenas de emergencia, aunque seguramente muchos de ellos no hayan podido pegar ojo por el miedo al fuego.
El incendio en la Sierra de la Culebra sigue avanzando y "comiendo" terreno a la naturaleza zamorana. Esto se traduce en que seis pueblos cercanos a la zona hayan tenido que ser evacuados preventivamente.
Es el caso de Cabañas de Aliste, Pelazuelo de las Cuevas, Torres de Aliste, Pobladura de Aliste, Mahide y San Pedro de las Herrerías. Todos los vecinos han sido trasladados a lugares seguros mediante instrucciones de la Guardia Civil, Protección Civil y los equipos de extinción.
Los efectivos han movilizado a la población ante las rachas de viento y la presencia en el casco urbano de humo con ceniza, lo cual ponía en serio riesgo la salud de los vecinos de estos pueblos.
Momentos angustiosos
Nadie se espera algo así. A las 05:00 am, Teresa Romero, vecina de Mahide, se despertó bajo el fuerte sonido de las sirenas, "al principio creí que estaba soñando", nos cuenta. "Hemos vivido momentos angustiosos, aquí hay mucha gente mayor y lo han pasado muy mal, nos decían que había que salir del pueblo rápidamente", relata esta zamorana, quien asustada ha dejado atrás su pueblo bajo un "cielo rojo que iluminaba todo".
El infierno
La Sierra de la Culebra vivió un auténtico infierno en una jornada con varios incendios forestales que han destruido una amplia superficie de hectáreas, la mayor parte de bosque, entre Riofrío y Ferreras de Arriba, afectando también a zonas de Ferreras de Abajo, Cabañas de Aliste, Tábara y Litos, entre otras localidades.
Ferreras de Arriba es la localidad que se llevaba la peor parte, y donde se concentraban todos los medios de extinción en la tarde de ayer para tratar de salvaguardar la seguridad del pueblo.
Cuando las llamaradas comenzaron a verse desde el casco urbano, aún cierta distancia, los vecinos salieron de sus casas y contemplaban con preocupación como “están ardiendo los castaños plantados por nuestros bisabuelos”. El humo se podía oler en todo el pueblo, pero cada vez llegaban más medios aéreos y terrestres para contener el avance de las llamas.
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