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miércoles, 8 de julio de 2020

EL BROTE DESBORDA LA SANIDAD EN LLEIDA

El Gobierno catalán baraja enviar pacientes a otros hospitales de esta comunidad ante el riesgo de saturación de la red pública.

Los refuerzos han llegado a cuentagotas

El gran rebrote de Lleida ha sorprendido a la Generalitat de Cataluña con el pie cambiado a la hora de hacer frente a la mayor crisis causada por el coronavirus en España desde el fin del estado de alarma. Fuentes de la red sanitaria alertan de que el rastreo de contactos, clave para frenar la propagación del virus, no se está completando por la falta de recursos humanos y técnicos. Los refuerzos prometidos en la red de vigilancia epidemiológica llegan a cuentagotas y la plataforma informática creada para articular la lucha contra el virus no acaba de funcionar por problemas técnicos. “No sabemos cómo se han contagiado uno de cada cinco enfermos”, resume el internista José Luis Morales-Rull, responsable de la atención al coronavirus en el hospital Arnau de Vilanova.

Tras sortear esta debilitada muralla, el SARS-CoV-2 pone ahora en aprietos al sistema sanitario. Vuelven medidas extraordinarias como doblar plantas, reclutar voluntarios en otras zonas de Cataluña e instalar un hospital de campaña.
Ramon Sentís, gerente del Instituto Catalán de la Salud en Lleida, alerta de la situación: “La red comienza a estar muy tensionada. El Arnau de Vilanova destina dos plantas a covid y los centros privados no tienen más margen. El problema no solo es de espacio, sino de personal. Puede haber problemas de saturación en 48 horas y si esto ocurre deberíamos contemplar opciones como enviar a enfermos a otras regiones sanitarias”, afirma.

El director del Servicio Catalán de la Salud (CatSalut), Adrià Comella, visitó el martes por la noche Lleida y confirmó que la Generalitat está estudiando fórmulas para reforzar el personal de los hospitales de la ciudad con personal de otras zonas de Cataluña y para “derivar” enfermos a otros hospitales.

La Generalitat lleva casi mes y medio sin un líder visible en Salud Pública tras la dimisión del secretario general, Joan Guix, el 28 de mayo por razones de salud. “Puede ser algo simbólico; que no se haya nombrado un sustituto ilustra bastante bien la situación”, explica un profesional del área. El cese llegó cuando lo peor de la crisis parecía haber pasado y las comunidades caminaban hacia la llamada nueva normalidad. Para avanzar de fase, los Gobiernos autonómicos debían presentar planes ante el Ministerio de Sanidad que avalaran que las redes de vigilancia epidemiológica eran robustas. El objetivo era precisamente garantizar una respuesta rápida y eficaz ante cualquier rebrote.

Una de las apuestas de Cataluña era el refuerzo de estas redes con más de un centenar de profesionales. Otra, la externalización de las labores administrativas del rastreo de contactos a un call center de la empresa Ferrovial con 230 empleados. A nivel informático, la mayor apuesta era la creación de una plataforma, llamada Mediator, que debía ser la columna vertebral que uniera los sistemas de información de todos los niveles asistenciales.

El servicio de vigilancia epidemiológica de Lleida está formado habitualmente por nueve personas, cuatro de ellos epidemiólogos con experiencia. Los casos de coronavirus empezaron a aumentar en la provincia hace tres semanas, pero hasta ahora no han empezado a llegar refuerzos. De momento, lo han hecho dos administrativos, dos médicos residentes, un estudiante de medicina y un informático.

Un portavoz de la Generalitat asegura que la lista seguirá creciendo hasta alcanzar los 25 profesionales en los próximos días y que el proceso de contratación del 70% del centenar de profesionales prometidos entre los que no se incluyen los ahora destinados a Lleidatambién culminará en los próximos días. El Gobierno catalán achaca a la lentitud de los procesos administrativos el retraso en las contrataciones.

Los sanitarios consultados se quejan también de que “el sistema Mediator no acaba de arrancar”.

Los médicos de atención primaria trabajan con otro programa, llamado eCAP, para completar la historia clínica de sus pacientes. “Estaba previsto que cada vez que un facultativo atendiera a un caso positivo y le preguntara sobre sus contactos, introdujera los datos en el eCAP y este los volcara en el Mediator. Pero esto no funciona”, confirman fuentes de la red atención primaria de Lleida. Estos datos son, a su vez, los que debían llegar al call center para que sus trabajadores localizaran a los contactos de positivos. “Por alguna razón no están llegando. O los médicos no introducen los contactos de los pacientes o hay algún otro problema”, lamenta un profesional vinculado con el centro telefónico.

El call center fue hace un mes motivo de una dura polémica en Cataluña después de que la Generalitat lo adjudicara sin concurso por 17,6 millones al amparo del estado de alarma. El Gobierno catalán prometió tras la controversia rescindir el contrato. Un portavoz de Ferrovial, sin embargo, aseguró el martes que la Generalitat no les ha hecho llegar “ninguna comunicación formal”.

El temor de las fuentes consultadas es que estos problemas sigan minando la lucha contra el brote: “Siempre es mejor construir sobre lo que ya funciona y reforzar las estructuras que atesoran el conocimiento y la experiencia. Ha sido un error estratégico crear algo totalmente nuevo que ahora sufre los problemas típicos de las cosas no rodadas”.

La transmisión del virus en la zona nunca llegó a detenerse por completo, aunque en la segunda semana de junio registró sus niveles más bajos, con 11 casos diarios de media. Empezó a aumentar hasta duplicarse en torno a San Juan (24 de junio) y a dispararse desde principios de julio hasta los cerca de 75 casos. “Yo me fui de puente de San Juan con solo un paciente ingresado y cuando volví dos días después ya había 16”, explica Morales-Rull.

La presión sobre la red sanitaria empezó en atención primaria. “Los centros de salud llevan dos semanas tensionados”, explica el sindicato Metges de Catalunya, que como ejemplo pone que “las urgencias en este nivel han superado las 500 en el último fin de semana, cuando suelen estar en algo más de 100”. El sindicato lamenta que “no existan directrices claras para hacer frente al brote y reine cierto desconcierto entre los profesionales”.

La presión sobre la red se traduce en un notable incremento de ingresados en los hospitales de la ciudad. Ya son 68; 8 están en la UCI. El Arnau de Vilanova es el que más preocupa. El martes tenía 44 enfermos ingresados, mientras el pasado viernes eran 27. Los números en las UCI son también preocupantes. “En el Arnau de Vilanova están ocupadas seis de las ocho UCI. Y en el otro hospital público, el Santa Maria, dos de las cinco”, lamenta Sentís.

Los sanitarios de la zona no se explican cómo no se adoptaron medidas de prevención ante la previsible llegada de temporeros para el punto álgido de la campaña de recogida de la fruta. “Cada año vienen cerca de 30.000 personas y sabemos que muchas de ellas viven en condiciones de precariedad. La circulación del virus no se había detenido, así que era previsible que algo así sucediera si no se reforzaba la red de vigilancia y se adoptaban planes específicos”, concluye uno de ellos.

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