El confinamiento convierte a los centros sanitarios y de mayores en el reducto de la enfermedad
Las residencias de mayores y los hospitales se han convertido en los grandes focos de contagio del coronavirus en España.
Este hecho, que tiene algo de previsible si se tiene en cuenta que es
resultado de la menor circulación del virus en el resto de la sociedad
gracias al confinamiento de la población, constituye sin embargo “el
mayor reto para contener el virus cuando se flexibilicen las medidas de
aislamiento”, apunta Pere Godoy, presidente de la Sociedad Española de
Epidemiología (SEE).
“Los nuevos contagios se están produciendo
allí donde es difícil cumplir las medidas de distanciamiento aplicadas
en el resto de la sociedad”, admite un alto cargo sanitario de una
comunidad autónoma, que pide el anonimato. “Los hospitales son un
ejemplo, pero es aún más complejo en los centros sociosanitarios debido a
las necesidades de los residentes y a las dinámicas asistenciales. Y
esto afecta sobre todo a las residencias de mayores, pero también a los
demás colectivos institucionalizados con algún tipo de discapacidad”,
añade este responsable.
“Seguramente este tipo de contagios en los hogares sean ya
pocos y cada día que pasa menos, pero siguen existiendo”, aclara Pilar
Aparicio, directora general de Salud Pública del Ministerio de Sanidad.
“Llevamos un mes de aislamiento y estos son los que se sitúan en el
límite máximo del periodo de incubación, que es de 14 días. En términos
relativos, es una pequeña parte, pero cuando tienes 160.000 casos
también tienen su peso”, añade.
Pere Godoy destaca la
magnitud del problema de los contagios en residencias y hospitales. “No
son cifras despreciables si se tiene en cuenta la gran cantidad de gente
que trabaja en ellos, los residentes y pacientes, y sus respectivos
entornos sociales y familiares. Poner el foco aquí y adoptar las medidas
de control necesarias será determinante para el futuro de la epidemia
en España”, afirma.
Los últimos datos disponibles del Ministerio de Hacienda
revelan que los trabajadores del Sistema Nacional de Salud ascendían a
515.000 a principios de año, a los que habría que sumar quienes trabajan
en la sanidad privada y en el sector sociosanitario. En total, cerca de
1,5 millones de personas, según varios informes de actividad económica
consultados.
Más de 20.000 trabajadores sanitarios han
resultado contagiados por el virus hasta el momento, lo que supone un
15% del total de los datos de incidencia ofrecidos por el Ministerio de
Sanidad. “Pero esos datos no incluyen los empleados de residencias, que
son muchos más y donde el problema es más grave porque no siempre se
cumplen las mejores medidas de seguridad”, alerta un cargo público.
Fuentes de los cuatro hospitales consultados manifiestan que
el tercer grupo de nuevos contagios, aunque menor en número, se produce
en los sectores que han seguido trabajando al ser considerados
esenciales. “Son mayoría los miembros de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
del Estado. Luego quedan el resto de sectores, aunque ya son menos”,
explican estas fuentes.
Los contagios recientes no deben
confundirse con la cifra de nuevos casos que cada día Sanidad incluye en
el recuento diario del impacto de la epidemia. “Lo que se está
notificando ahora es una foto de lo que ocurría hace dos semanas o
incluso más”, precisa la directora general de Salud Pública, que
atribuye el retraso a la suma de los tiempos medios de incubación,
desarrollo de síntomas y diagnóstico.
Todas las fuentes consultadas coinciden en que una vez se ha
logrado, gracias a “medidas muy duras de aislamiento”, reducir la
transmisión comunitaria del virus entre la sociedad, la prioridad ahora
es evitar “un segundo pico de la enfermedad tan importante como el
primero”. Para ello es fundamental que “de una vez” se extiendan a todos
los profesionales implicados las pruebas diagnósticas, algo que las
Administraciones llevan prometiendo desde hace semanas y que aún no se
ha cumplido del todo.
“Lo importante ahora es retomar la
actividad sanitaria normal progresivamente y para ello es necesario
saber qué trabajadores ya han pasado la infección e identificar de
inmediato a aquellos que puedan haberse contagiado recientemente”,
explica Juan González Armengol, presidente de la Sociedad Española de
Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes).
La vía es “testar a todo el personal para detectar
anticuerpos IGG e IGM y, en función de eso, hacer o no la PCR”, la
prueba diagnóstica más segura, pero también más lenta. “Esto último es
obligado hacerlo también en todos los grupos cerrados, desde residencias
a cárceles. Y, una vez conocidos los resultados, separar con todas las
medidas precisas los distintos grupos”, añade González Armengol.
Manuel
de Castro, de la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid
(Amyts), denuncia que en la Comunidad de Madrid, la más afectada por el
coronavirus, “aún no se conoce bien la situación inmunológica de las
plantillas sanitarias por la falta de test”. “Es importante saber qué
profesionales han pasado la infección para que puedan atender con
seguridad a los pacientes, que en los hospitales suelen ser tener un
perfil de riesgo”, concluye.
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