El huracán más potente en lo que va de año se está debilitando, pero ya ha dejado extensos daños en el archipiélago
Al menos 25 personas han muerto a causa del tifón
Mangkhut a su paso por Filipinas. El huracán, ya algo más debilitado, ha
atravesado el norte de la isla de Luzón, la mayor y más poblada del
país, con vientos de 185 kilómetros por hora y rachas que han superado
los 300 por hora. Extensas inundaciones, cortes de electricidad,
carreteras bloqueadas y edificios dañados eran algunos de los efectos
más evidentes del ciclón más potente en lo que va de año.
A primeras horas de la mañana, más de 126.000 se encontraban directamente afectados por el tifón, según la Secretaría de Seguridad Social en Manila. 13.000 familias se encontraban refugiadas en 724 centros de evacuación.
En una rueda de prensa anterior a que se conociera los
dos fallecimientos, el portavoz presidencial, Harry Roque, se precavió
ante la posibilidad de que hubiera víctimas: “no tenemos aún una imagen
completa”, dijo, dado que el paso del tifón aún continúa. Algunas áreas
se encuentran incomunicadas después de que el huracán haya derribado
postes de electricidad y bloqueado vías de transporte.
La agencia meteorológica filipina, Pagasa, calcula que
el temporal, que se desplaza a una velocidad de unos 25 kilómetros por
hora, abandonará su área de responsabilidad a primeras horas de la
noche. El supertifón, con un diámetro de 900 kilómetros y cuyos vientos
son ahora de 170 km/hora, se dirige hacia el sur de Hong Kong y Macao.
Filipinas ha levantado ya la alerta de nivel 4 (de un
máximo de 5) que había emitido para áreas del norte de Luzón, aunque
mantiene el nivel 3 en las provincias de Cagayán, Ilocos Norte y Sur y
Batanes, entre otras. Según Pagasa, aún son posibles subidas de seis
metros del nivel del agua en Ilocos Norte, debido a la tormenta, y de
dos metros en otras zonas.
El tifón, apodado Ompong en Filipinas, tocó tierra a
primera hora de la madrugada este sábado en la ciudad costera de Baggao,
en la provincia de Cagayán. Allí dañó el aeropuerto de Tuguegarao y
barrió el tejado del capitolio provincial, según la página de noticias rappler.com.
En un país que aún arrastra las cicatrices del tifón Haiyan,
que en 2013 dejó a su paso 6.300 muertos y cinco millones de
desplazados, los preparativos habían sido frenéticos en las horas
previas a la llegada de Mangkhut. Las clases habían quedado suspendidas,
los organismos oficiales cerraron el viernes antes de su hora habitual,
y los servicios de urgencia se encontraban en estado de alerta.
Numerosos vuelos se habían suspendido, así como los servicios de
transporte marinos en el norte del país.
El norte de Filipinas es donde se concentra la mayor
producción de arroz y de maíz del país. Dos alimentos básicos que han
visto dispararse sus precios, tras un año en el que el archipiélago se
ha visto ya azotado por una quincena de tifones.
El huracán llega al comienzo de la temporada de cosecha y las
autoridades calculan que, de cumplirse el peor de los pronósticos,
Mangkhut podría echar a perder 157.000 toneladas de arroz y 207.000 de
maíz.
La llegada de Mangkhut había despertado ecos de lo que
fue el paso de Haiyan hace cinco años. Pero hay diferencias. Aquel
vendaval atravesó el centro de Filipinas, su zona más poblada, mientras
que el nuevo tifón ha pasado por una zona con menor densidad de
habitantes. Manila también ha tomado nota de los errores de entonces.
Los refugios están construidos en zonas más elevadas y se ha repartido
comida y agua en las zonas potencialmente afectadas, por si los accesos
quedaran cortados durante días.
El Sistema Global de la ONU para la Alerta y
Coordinación de Desastres calcula que, en total, el paso de Mangkhut por
el sureste de Asia puede afectar a unos 43,4 millones de personas.
En Hong Kong, donde se calcula que comenzarán a sentirse
los vientos del tifón esta medianoche, el gobierno autónomo ha
preparado ya 48 refugios, mientras que los residentes en las islas más
expuestas han recibido instrucciones de extremar la cautela. En el
centro financiero, la recomendación es evitar salir a la calle y
acercarse a las ventanas.
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