El ciclón que se degradó a tormenta tropical ha dejado al menos seis desaparecidos
Se creyó que Nicaragua y Costa Rica habían superado sin víctimas el paso del huracán Otto,
pero al finalizar este jueves los costarricenses descubrieron los
destrozos que quedaron en los cantones fronterizos del norte y los casos
de al menos seis personas desaparecidas por crecidas de ríos o
deslizamientos del terreno o caída de árboles. Además el
presidente Luis Guillermo Solís ha confirmado que ha habido muertos.
"Hay fallecidos y desaparecidos, pero de momento no vamos a especular
con eso, es un día triste para Costa Rica", dijo sin precisar cifras en
una rápida rueda de prensa casi a la medianoche.
Vientos de más de 150 kilómetros por hora con
lluvias torrenciales golpearon a los cantones de Upala y Los Chiles,
limítrofes con Nicaragua, por donde en la tarde de este jueves ingresó
el ojo de un huracán a suelo costarricense por primera vez en su
historia. La consecuencia, hasta donde se conocía en las últimas horas
del jueves, fue la desaparición de al menos seis personas, por la caída
de árboles sobre viviendas y y cabezas de agua en los ríos, confirmó el
Cuerpo de Bomberos a la prensa local. Los reportes incipientes de
lugareños, sin embargo, auguraban peores noticias, dada la inundación
completa del pueblo de Upala, por una cabeza de agua sobre este terreno
bajo y plano donde viven unos 17.000 habitantes. En sus alrededores
también había problemas.
No era algo que los costarricenses se esperaran. El presidente Luis Guillermo Solís
había escrito al atardecer en su Twitter “Fallecidos: cero.
Desaparecidos: cero”, como mensaje de éxito del mayor plan preventivo de
desastres que se ha organizado en Costa Rica. Incluso el Instituto
Meteorológico Nacional reportaba por la noche la degradación del huracán
a categoría de tormenta tropical, aunque advertía sobre la persistencia
de lluvias fuertes en toda la franja fronteriza del norte, en la ruta
del recorrido que el huracán Otto llevaba desde el mar Caribe hasta el
Océano Pacífico. Para entonces, esas lluvias ya habían hecho estragos
desde el anochecer.
A las 11 de la noche del jueves tampoco estaban claros los detalles, pero se sabía que había sido grave. Los vientos inéditos
tumbaron el cableado eléctrico y provocaron cortes eléctricos que
dificultaron las comunicaciones. Además había caminos cortados que
imposibilitaron a los cuerpos de socorro constatar los numerosos
reportes de emergencias por vía informal. Circulaban en redes sociales
imágenes de vecinos pidiendo ayuda desde los techos de sus casas
inundadas. También relatos trágicos imposibles de confirmar. Al cierre
de esta edición no había aún un reporte oficial sobre el estado de esta
zona de parte de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), que se
mantenía en sesión ininterrumpida con la presencia del presidente Solís.
Costa Rica
acababa su jornada de jueves con el 70% de su territorio en alerta roja y
en estado general de emergencia, con 3.600 personas distribuidas en 24
albergues y la incertidumbre de cuántas quedaron sin casa en la zona
fronteriza norte. El núcleo del huracán aún estaba en su territorio y se
esperaba que saliera al Pacífico en las primeras horas del viernes.
El huracán tocó
tierra antes del mediodía en un punto del Caribe sur de Nicaragua, país
que reportó por la noche tener cero víctimas y leves daños estructurales
por los vientos y las lluvias. Se desvanecía con su huella destructora
el huracán Otto, el primero que entra con su ojo a Costa Rica, el que ha
llegado más al sur en el mar Caribe y el más fuerte de los que se
registran en las postrimerías de las temporadas de huracanes (que en
este caso acaba el 30 de noviembre), como señalaban los meteorólogos en
los reportes en que no dudaron en caracterizarlo como resultó:
“peligroso”.
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