Una historia tyrágica con final feliz, pero que deja algunas
incógnitas abiertas y una cierta sensación amarga. Lo más importante, de
entrada, es que Marco Amate, un alcalaíno de 23 años desaparecido desde el viernes hasta anoche, está sano y salvo y su familia respira.
La enorme movilización ciudadana surgida tras el SOS
del entorno del chaval emitido desde este periódico tuvo efecto y el
propio Marco se enteró de la que se había montado al llegarle la noticia
publicada aquí y multiplicada por las redes sociales. En ese mismo
momento, su desaparición acabó: llamó a su madre y a su esposa,
residente en Azuqueca de Henares, y les contó que estaba en Segovia, en buen estado, tras cuatro días de búsqueda, de silencio y de investigaciones policial a raíz de la denuncia.
Qué hacía allí, por qué no avisó de su marcha y por qué dejó que se
preocuparan son tres preguntas que aún no tienen respuesta. ¿Fue una
desaparición o una fuga? Todo indica que Marco tuvo
algún problema, y en su entorno propio así lo creen. En las próximas
horas, las dudas quedarán resueltas. Y quizá la indignación por las
causas reales de la huída sustituyan a la formidable solidaridad
inicial.
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