Bruselas ultima una propuesta sin cuotas para evitar el veto de Polonia y Hungría
La Comisión Europea tiene previsto aprobar en las próximas semanas el
llamado pacto migratorio, un proyecto que pretende evitar la repetición de crisis de movilidad como la de 2015
y restablecer la unidad de la zona Schengen, quebrada desde entonces. El plan, elaborado por el vicepresidente de la Comisión, Margaritis
Schinas, y la comisaria de Interior, Ilva Johansson, se basa en un
refuerzo sin precedentes de lavigilancia de las fronteras exteriores
y una escalada en la expulsión de migrantes irregulares. Bruselas
confía en que esas medidas ayuden a superar el veto de Polonia y Hungría
al objetivo fundamental del pacto: el compromiso de los 27 Estados
miembros de compartir la gestión de unos flujos que ahora afrontan casi
en solitario los países de la periferia.
La propuesta de la Comisión será el punto de partida para
una de las negociaciones más tóxicas e ideologizadas de la Unión
Europea, según la definen fuentes comunitarias. Los contactos de Schinas
y Johansson con todas las capitales, salvo durante el parón provocado
por la pandemia, tratan de allanar el camino porque la Comisión solo
quiere hacer público el proyecto del pacto, cuyo contenido ha podido
conocer este periódico, cuando tenga garantizado que ningún socio la
rechazará de plano.
La
pandemia también ha trastocado los planes de Alemania, país que
presidirá el club a partir del 1 de julio. La canciller alemana, Angela
Merkel, planea dejar el debate migratorio para la última parte de su
semestre presidencial, una vez zanjadas las negociaciones del Fondo para
paliar los daños económicos de la covid-19. Pero ni siquiera el socio
más poderoso de la UE se ve en condiciones de cerrar un acuerdo a corto
plazo y solo aspira a un posible pacto político sobre el calendario a
seguir para llegar a un acuerdo definitivo sobre una política común de
asilo e inmigración, que tal vez no llegue hasta finales de 2021.
El diálogo previo entre socios también es intenso. Berlín y París están
coordinándose en un expediente que en otras épocas provocaba
divergencias en el eje franco-alemán. Y este miércoles, la ministra
española de Exteriores, Arancha González Laya, se reúne con su homólogo
húngaro. España y Hungría representan, en cierto modo, los dos extremos a
reconciliar. En 2019, el ratio de reconocimiento de solicitudes de
asilo en España fue de 820 por millón de habitantes del país; en
Hungría, de 5, según datos de Eurostat.
BLINDAJE DE LAS FRONTERAS
La
primera piedra angular del pacto es la agencia europea de fronteras
(Frontex), que durante la crisis de refugiados de 2015 era poco más que
un centro administrativo de apoyo a las autoridades nacionales. La
agencia ahora ha pasado a reclutar un cuerpo policial propio (que
llegará a contar con 10.000 efectivos) y planea pertrecharse de
abundante material de vigilancia terrestre, marítima y aérea.
Este mismo mes ha empezado la formación de los primeros 265 guardias de
fronteras, seleccionados entre más de 7.000 candidaturas. “Y en
septiembre, esperamos adjudicar otros 400 puestos”, señaló el director
general de Frontex, Fabrice Leggeri, durante una reciente entrevista con EL PAÍS
.
Además de los coches patrulla con que ya cuenta, la agencia espera
dotarse pronto de aviones de vigilancia en propiedad. Un impulso que
Leggeri confía que se vea respaldado financieramente en el nuevo marco
presupuestario de la UE (2021-2027), en plena negociación en estas
semanas.
RESPUESTA URGENTE
El
blindaje de las fronteras se completa con equipos de reacción rápida
ante cualquier fisura en el perímetro exterior. El despliegue de fuerzas
europeas podrá ser a petición del país que se vea desbordado por un
flujo repentino de migrantes o como consecuencia del análisis de puntos
vulnerables que realice periódicamente Frontex. La Agencia puede pedir a
los Estados la movilización de recursos humanos (hasta 1.500 personas)
en un plazo de cinco días y de material en 10 días.la tensión en la frontera de Grecia con Turquía
sirvió
como botón de muestra para lo que aspira a convertirse en un modelo de
reacción. Las amenazas del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, de
alentar el éxodo de migrantes hacia suelo griego fueron neutralizadas de
manera inmediata con la aprobación de una fuerza de intervención rápida
de Frontex que aún sigue sobre el terreno. Los líderes de las
instituciones comunitarias también se desplazaron de inmediato hacia el
punto de conflicto, con una escenografía cuasi militar que desató las
críticas de algunas organizaciones gubernamentales pero que pretendía
dejar claro a Ankara que la UE no aceptaría chantajes. “Esto no es la
frontera de Grecia, sino la frontera de la UE. Y le agradezco a Grecia
que sea el escudo de Europa”, señaló la presidenta de la Comisión,
Ursula von der Leyen, tras llegar al lugar en helicóptero.
IRREGULARES DE IDA Y VUELTA
Junto
al blindaje del perímetro exterior, el pacto aspira a acelerar y a
mejorar la efectividad los procedimientos de expulsión de personas que
han entrado de manera irregular en la Unión Europea. Como media, en la
UE solo se ejecutan el 36% de las órdenes de expulsión, mientras decenas
de miles de personas permanecen cada año en situación irregular en
territorio comunitario. Bruselas quiere mejorar ese ratio un objetivo en
el que Frontex también juega un papel creciente. “El año pasado
organizamos 330 vuelos chárter para expulsión de migrantes, e decir, hay
casi un vuelo diario”, señala el director ejecutivo de Frontex. Y
Leggeri añade: “también utilizamos vuelos comerciales, en los que
podemos cambiar el nombre del pasajero para expulsar a otra persona si
la que estaba prevista desaparece en el último minuto”. La agencia ya
participa en unas 16.000 expulsiones al año, el 10% del total.
Para Frontex, la clave para aumentar el ratio de repatriaciones estriba
en recortar los plazos desde orden de expulsión y su ejecución. Y en
ampliar el número de países que aceptan los retornos. “Hace cinco años,
Frontex solo podía hacer devoluciones a 14 países. Hemos multiplicado
casi por seis esas cifras y ya podemos hacer retornos a 82 países de
fuera de la UE”.
SOLIDARIDAD OBLIGATORIA
La
Comisión quiere esgrimir la creciente fortaleza de Frontex para superar
las objeciones de Polonia o Hungría al pacto migratorio. A cambio de
una política de fronteras mucho más dura, Bruselas pedirá a todos los
países un esfuerzo de solidaridad obligatoria
.
El organismo presidido por Ursula von der Leyen descarta, sin embargo,
recuperar las cuotas obligatorias de reparto de refugiados que tanto
encresparon los ánimos durante el mandato de Jean-Claude Juncker. Tras
cinco años de bloqueo, la Comisión espera avanzar hacia un modelo de
solidaridad obligatoria pero más flexible. Los socios podrán colaborar
no solo acogiendo asilados sino también con otras fórmulas, como
aportación de recursos humanos o materiales, programas de ayuda a
terceros países (sobre todo, en África), etcétera. Alemania incluso ha
propuesto que el número de personas expulsadas podría computar como una
contribución.