Al menos una viajera tuvo que ser evacuada y otras personas necesitaron atención por los efectos del calor.
Unos 1.500 kilómetros separan Oregón y Kansas, dos Estados conectados
en el siglo XIX por el ferrocarril de la Union Pacific. Eran los tiempos
heroicos, como lo era viajar en aquel ferrocarril.Y como fue ayer, en
pleno sigloXXI, hacerlo entre Madrid y Santander, una ruta que los
pasajeros del Alvia de las 13.20 horas –que no el propio Alvia–
completaron en más de nueve horas, con transbordo y parada incluida.
La
comparación con el Medio Oeste estadounidense no es casual. La hizo ayer
Miguel Ángel Revilla, que tras tener noticia a través de uno de los más
de 200 pasajeros atrapados en Dueñas escribió un telegráfico
tweet:«Ahora. Tren Santander-Valladolid más lento que el Kansas-Oregón
del XIX. Parado tres horas en Dueñas, 40 grados. La gente pide SOS».
El Alvia partió de la capital de España a las 13.20 horas y el viaje
transcurrió con normalidad hasta que en la estación de Dueñas tuvo que
parar, como otros convoys, después de que un incendio en un puesto de
comunicaciones obligara a cortar el suministro en la catenaria.
Cerca de las tres de la tarde, según informó Adif, se interrumpió la
circulación por un incendio en la arqueta de comunicaciones causado por
un intento de robo de cable de retorno, lo que hizo necesario cortar la
tensión de la catenaria entre Corcos y Venta de Baños para que los
bomberos pudieran actuar. Fue entonces cuando se detuvo el Alvia sin que
en un primer momento los pasajeros recibieran ninguna explicación, de
acuerdo con su propio testimonio.
Los primeros momentos fueron de confusión, y conforme pasaba el
tiempo los pasajeros recibían información con cuentagotas. «Parece que
hay un incendio, pero nos han dicho que seguramente nos pongamos en
marcha sin tardar demasiado», comentaba una hora antes de reanudar el
viaje Mercedes Fernández, una de las viajeras con destino a Santander.
Se equivocaba.
El tren no iba a salir nunca: «Ha venido la Guardia Civil
porque hace muchísimo calor y ya hay gente que se está encontrando mal.
Llevamos tres horas parados a 39 grados, sin aire acondicionado, y
nadie nos da una explicación. No es normal que nos tengan así», se
lamentaba.
La ausencia de electricidad y, por lo tanto, de aire acondicionado,
convirtió los vagones en un cocedero y los pasajeros palentinos optaron
por dejar el tren y buscar otro modo de llegar hacia su ya cercano
destino. Sin embargo, aquellos que viajaban más lejos se vieron
obligados a esperar una solución que no llegaba.
Con un calor cada vez más intenso y el pasaje visiblemente molesto,
Renfe repartió entre los viajeros los botellines de agua disponibles en
la cafetería (a temperatura ambiente) mientras los operarios de Adif
trataban de solventar el problema. Sin embargo, tras sofocarse el
incendio se detectó otra avería de catenaria.
A las 16.05 horas Adif consiguió restablecer la circulación en la vía
1, con la que otros dos convoys que permanecían retenidos reanudaron la
marcha, pero no así elAlvia, que situado en la vía 2 no podía abandonar
Dueñas.
La espera no hizo otra cosa que impacientar más al pasaje mientras
algunos sucumbían al fuerte calor. Fue entonces cuando otro viajero,
Juan Antonio Higuera, observó cómo «un guardia civil que también viajaba en el tren llamaba al cuartel».
Sus compañeros se movilizaron junto a un equipo de Protección Civil y
de hecho fue necesario evacuar al menos a una persona por una dolencia
relacionada con las altas temperaturas. «La gente está cada vez más
cabreada –narraba Higuera–. Están atendiendo a las personas con
problemas, pero no nos dicen nada más, y aunque aseguran que la
catenaria ya está arreglada seguimos sin movernos».
Fue entonces, ya con 40 grados en el interior del convoy, cuando se
anunció un transbordo al Regional de Valladolid, un tren que se detiene
en todas las paradas: «Hay gente que no quiere ir, porque no se fía y
porque va a tener que viajar de pie y llegar muy tarde a Santander. No
entiendo por qué no nos han puesto autobuses», se lamentaba otro de los
202 pasajeros que finalmente cambiaron de tren para llegar a la capital
de Cantabria alrededor de las 22.30 horas.
En total, fueron más de nueve horas de viaje, con una parada de
aproximadamente tres y media incluida que escribe otro capítulo de
incidentes en una línea objeto de constantes reivindicaciones desde
Cantabria.
En este caso no fue la obsolescencia del material, sino el
vandalismo y un intento de robo, lo que arruinó el trayecto.