Las actuaciones acometidas en el cauce tras la avenida
de 2015 y las barreras levantadas estos días han surtido efecto.
Javier
Lambán da por "controlada" la situación, pero sin bajar la guardia.
La que se preveía como una riada extraordinaria de consecuencias similares a la de 2015 ha terminado convertida en una gran avenida, pero
mucho más controlada y menos dañina gracias tanto al efecto de las
actuaciones ejecutadas en el cauce del Ebro desde entonces, como a
contingencias accidentales como la rotura de la mota de Castejón
(Navarra) el jueves por la noche. La punta de la avenida llegó finalmente a territorio aragonés sobre las 11.00 de este sábado, cuando en Novillas la altura del agua alcanzó los 8,23 metros.
Lo hizo con mucho más retraso del previsto inicialmente y sin llegar a
entrar en su casco urbano, donde, en los días previos, se había
reforzado la mota que lo protege y se habían levantado cuatro grandes
defensas.
Tras conocer estos datos, el presidente del Gobierno aragonés,
Javier Lambán, dio este sábado por "controlada" la situación generada
por la temida avenida extraordinaria del Ebro e hizo un llamamiento a la
"tranquilidad".
Lambán participó durante la mañana en la reunión que el Centro de
Coordinación Operativa (Cecop) celebra diariamente en la sede del 112
Aragón, encuentro al que asistió también la ministra de Agricultura y
Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina. Al término
de la reunión, el presidente explicó que los técnicos han constatado
que la riada está siendo "súper lenta", dado que
la cresta ha
llegado a Novillas mucho después de lo previsto, por lo que a la capital
aragonesa llegará este domingo también con retraso. De hecho,
este sábado volvió a demorarse la hora prevista de la llegada de la
crecida a Zaragoza. Según los datos recogidos en la página de la
Confederación Hidrográfica de Ebro (CHE), el pico de la avenida se
espera para las 11.00 y hará crecer el nivel del río unos 15 ó 20 metros
cúbicos, con un caudal que podría situarse entre los 2.100 y los 2.300
metros cúbicos por segundo.
En cuanto a la altura del río, el presidente aragonés explicó que no
está habiendo excesiva diferencia con la registrada durante los
episodios de 2015, pero destacó que
esos 30 o 35 centímetros
menos que se están detectando en esta ocasión excluye "cualquier
posibilidad" de inundación de los cascos urbanos. Por tanto,
reiteró que se descarta ya totalmente el desalojo de ningún municipio
ribereño y avanzó que las afecciones se circunscribirán a los cultivos
agrícolas, granjas desalojadas o zonas incomunicadas (como es el caso
del barrio rural zaragozano de Alfocea).
Sin embargo, insistió en
"no bajar en absoluto la guardia", ya que hasta que no se reduzca definitivamente la crecida será preciso mantener desplegados todos los efectivos.
A la expectativa
De la misma opinión fue
José Ayesa, alcalde de Novillas
,
quien este sábado se mostraba tranquilo, pero cauto tras comprobar que
el río había respetado en esta ocasión el casco urbano de su localidad. Ayesa
fue uno de los muchos vecinos de Novillas que este sábado pasaron la
mañana comprobando desde el puente de San Jorge que el caudal del río
era alto, pero que se mantenía estable. Seguros de que la situación
estaba bajo control, pero manteniéndose a la expectativa: "Porque con el
Ebro nunca se sabe", dijo Ayesa.
Tanto el regidor como el presidente aragonés coincidieron en que
los trabajos realizados en el cauce fluvial desde el año 2015, como la
ayuda recibida en los días previos a la avenida de la UME y de efectivos
locales y regionales habían contribuido a minimizar las consecuencias
negativas que se habían temido inicialmente. El alcalde de
Novillas explicó que la sensación que este sábado se vivía en las
localidades de la ribera alta del Ebro era de tranquilidad. "Así me lo
han expresado los alcaldes de otras poblaciones ribereñas", dijo Ayesa.
No obstante, y junto al alivio por que la crecida de este año no haya
dañado enclaves urbanos ni haya sido necesario evacuar poblaciones (tal
y como se estuvo barajando el viernes), hay que recordar que
las aguas sí han afectado gravemente a la agricultura. Campos
y huertas anegadas es la estampa común estos días en todas las
poblaciones de la ribera aragonesa. De hecho, gran parte de la de
Novillas podía verse este sábado totalmente inundada. Al igual que los
cultivos de otras localidades aguas abajo del río Ebro.
La agricultura, la gran afectada
Por el momento, no se sabe con certeza el número de hectáreas
afectadas ni el coste que representará para la agricultura de la zona.
Es prematuro dado que las inundaciones siguen produciéndose. La
organización agraria UPA Aragón hizo una primera valoración el viernes y
calculó que las pérdidas de la presente crecida pueden rondar entre 150
y 200 millones de euros por daños no solo en cultivos y explotaciones
ganaderas, sino también en las infraestructuras ganaderas y en
propiedades privadas.
La organización aseguró, en una nota de prensa, que hasta el viernes más de 4.000 hectáreas habían sido anegadas por el agua,
echando a perder cultivos recién sembrados de alfalfa, cereales y hortalizas.
A buen seguro que este cálculo es ahora mucho más alto. UPA también
alertó sobre el malestar de agricultores y ganaderos por una situación
que se repite "casi cada año y que origina enormes pérdidas en el
sector".
Es precisamente
la agricultura la que más está sufriendo también en las localidades de la ribera baja del Ebro.
El fallo en las motas de contención de Villafranca, Alfajarín, Nuez,
Quinto y Fuentes inundo este sábado parte de las huertas de estas
localidades.
En cuanto a los efectivos desplegados estos días para afrontar la
crecida (600 en total contando Guardia Civil, Protección Civil, UME y
técnicos de la CHE) van a mantenerse hasta que se vuelva a la
normalidad.
La UME ha reforzado su presencia en la Comunidad hasta los 312 efectivos.